El Convento ha sido llamado de diferentes formas. Su nombre oficial es el de Nuestra Señora de la Candelaria, pero también ha sido llamado de San Francisco o de la Victoria. El nombre principal procede de la advocación que se celebraba el día de la inauguración o fundación. Pero también eran conocidos estos templos como conventos de la Victoria, porque el primer convento fundado por la Orden de padres Mínimos (religiosos de San Francisco de Paula) en Andalucía lo fue bajo la advocación de Ntra. Sra. de La Victoria en Málaga en 1.492.
Historia
El templo y sus dependencias tuvieron que soportar graves agresiones durante este siglo. Sus propietarios, los frailes, fueron perseguidos por las tropas napoleónicas y sus bienes confiscados por aquellos y por los gobiernos liberales que les sucedieron. Fue fundado el Convento de nuestra Señora de La Candelaria, de acuerdo con la información encontrada en los documentos consultados, el 1 de febrero de 1.555, en un espacio que en esos momentos estaba fuera del casco municipal, por D. Juan Téllez Girón, IV Conde de Ureña. Y no fue éste el único que fundó. En su labor de mecenazgo cultural y religioso, fundó el IV Conde no sólo la Universidad y la Colegiata, sino varios templos más, entre los que se encuentra el de La Puebla, junto a otros establecidos en Archidona, Arahal, Morón, Olvera y Osuna.
Durante todo el siglo la iglesia conventual, fue utilizada como parroquia, celebrándose en ella todas las funciones religiosas del clero, tanto secular como regular y de las diferentes hermandades y congregaciones, mientras se construía la nueva iglesia. El párroco solicita el traslado de todo el mobiliario, imágenes, retablos y ornamentos a la iglesia del convento mientras se ejecutan las necesarias reparaciones. Así mismo las hermandades que allí residían procederían a trasladar las suyas. Los frailes y los clérigos usaban el mismo templo para todas las funciones.
La invasión Napoleónica de España en 1808 y la posterior instauración del gobierno de José Bonaparte, dio lugar a una tenaz campaña contra las órdenes religiosas a las que se consideraban instrumentos de propaganda contra los franceses. Los liberales reunidos en las Cortes de Cádiz en 1812 supusieron una fuerza de choque contra los franceses y pronto éstos no tuvieron más poder efectivo que al Norte de Sierra Morena. El gobierno liberal de Cádiz tomará medidas y acuerdos que incluyeron una desamortización eclesiástica, cuyo fin primordial era la incorporación de todos los bienes que pertenecieron a las extinguidas órdenes religiosas a los llamados Bienes Nacionales, con cuya venta se pretendía obtener el suficiente dinero para incrementar las maltrechas arcas del Estado.
Con la expulsión de los franceses se produce la proclamación de Fernando VII como rey de España en el 1814, restaurándose así una Monarquía absolutista que anularía todo lo legislado por las cortes de Cádiz. Se permitió a las órdenes religiosas recuperar sus conventos, iglesias y monasterios, como hicieron los Mínimos en nuestro pueblo.
La inestabilidad política y la grave crisis social y económica del momento provocaron la segunda revolución liberal del siglo XIX. La vuelta del régimen liberal durante el período de 1820 a 1823 supuso la expulsión de los frailes y la confiscación de sus bienes, los cuales serían repuestos a la vuelta de Fernando VII al poder, pasado dicho periodo.
En mayo de 1821 el gobierno resuelve la supresión del convento de mínimo de La Puebla de Cazalla. Según un inventario de 1821, los objetos propiedad de los Mínimos que se hallaban en el convento eran los siguientes: El altar mayor, con retablo sin pintar presidido por la imagen de Ntra. Señora de la Candelaria. Altarde San José, con tallas de San José y el Niño en un retablo sin pulir; Capilla del Sagrario, con un retablo dorado presidido por una escultura de San Francisco de Paula, una imagen de San Sebastián y otra de Santo desconocido. Nuestra señora de San Antonio Abad, con retablo celeste y dorado e imagen del titular. Altar de Ntra. Sra. de la Concepción, con retablo de madera sin pulir, e imagen de la Inmaculada. Altarde Ánimas, gran lámina (existente). Un púlpito con escalera y montera de madera. Dos confesionarios de madera y dos pilas de agua bendita de piedra. Dos bancas de madera en el coro. Barandillas de hierro en el comulgatorio. Reja de madera en el coro. Un Santo Cristo de dos varas de alto en el coro. Un estante con doce cajones con llaves (existentes en sacristía). Dos campanas con rótulos de la orden en la torre. Dos coronas de plata: Ntra. Sra. de la Candelaria y el niño. Un báculo, diadema y escudo de plata con el distintivo Charitas que posee la imagen de San Francisco de Paula. Una diadema de plata de San Antonio Abad. Una vara, diadema y potencias de plata de San José y el Niño.
El estado en que se encontraba la iglesia y sus dependencias era lamentable. El constante uso que hacían del edificio los sacerdotes, los frailes y las hermandades allí establecidas, el escaso caudal que se invertía en su mantenimiento, la pésima administración del mayordomo de fábrica y las penurias económicas del momento convirtieron al templo en un edificio casi arruinado, hecho que fue denunciado por el párroco del momento al Arzobispado.
Durante la regencia de María Cristina (1833-1840), madre de la futura reina Isabel II, tiene lugar la tercera revolución liberal. La política eclesiástica de los liberales insistía en la reforma del clero regular, promulgándose más tarde la Ley de Desamortización de Mendizábal, que fue llevado a cabo para que la venta de los bienes eclesiásticos amortizase parte de la deuda pública. Meses antes, por decreto, se habían suprimido todos los monasterios, conventos, colegios, congregaciones y casas de religiosos de ambos sexos, adjudicándose el Estado sus bienes y ordenando su venta. Los padres Mínimos no volverían jamás a ocupar su convento de La Puebla de Cazalla. El convento pasó a ser propiedad del Estado, si bien el gobierno ordenó en 1843 el uso de su iglesia como parroquia y que sus dependencias sirvieran a la misma.
Las hermandades que fueron fundadas en la parroquia que contaban con mayores ingresos, ante la imposibilidad de volver a ella por encontrarse paralizadas las obras, se instalan definitivamente en la iglesia conventual construyendo sus capillas en los lugares que actualmente ocupan. La de Ntra. Sra. de los Dolores bendice la propia hacia 1840 y la de Ntro. Padre Jesús Nazareno hace lo mismo con la suya en enero de 1848. La Cofradía de la Vera Cruz, en 1852, inicia las gestiones para la reedificación de su capilla.
La normalización de las relaciones entre el Estado y la Iglesia en 1851 hizo que éste apoyara financieramente a la Iglesia incorporando en el presupuesto una partida anual para culto y clero que permitiera el mantenimiento de los eclesiásticos y de las iglesias.
El párroco de La Puebla pidió el dinero necesario para comenzar las reparaciones que eran necesarias en el convento al que se le habían derruido los lados este y sur del claustro. En este año se reforma la cubierta de la capilla del Sagrario situada en la parte derecha al presbiterio en la nave de la Epístola. En 1854 los claustros fueron reparados.
De forma privada, en 1862, varias familias acaudaladas del municipio construyeron una nueva sacristía, de la cual carecía el templo yen el año siguiente, la ampliación de la iglesia por el lado del Evangelio, construyendo una nueva nave donde antes estaban edificados los claustros del monasterio.
Dada las malas condiciones de la solería, en 1885 se cambió, 3500 piedras realizadas en Coín (Málaga) donadas por Fco. Jiménez Bocanegra y recogidas y transportadas por los vecinos de La Puebla de Cazalla desde la estación de ferrocarril de los Ojuelos.
En 1886 tiene lugar la bendición de la nueva parroquia y el traslado de las imágenes y enseres desde el convento.
En 1894, se realiza un nuevo informe del estado del edificio y se ve que era preciso hacer una nueva cubierta de armadura para el crucero, que había que atirantar la armadura de la nave central, retejar toda la cubierta y reparar los muros y la torre.
Aunque no llegara a hundirse tal y como afirmara el párroco cuando realizó el informe, el convento sufrió los mismos, o quizás peores, daños que el templo parroquial cuando fue pasto de las llamas en julio de 1936, causando lamentablemente la desaparición de prácticamente la totalidad de su importante patrimonio artístico.
Actualmente el edificio se halla a cargo de la Comunidad del Rebaño de María a las que se les pasó a principios del siglo XX.
Análisis Artístico
Está construido en ladrillo y tapial, constando de una nave central, dos naves laterales donde se alojan las capillas. Las naves se dividen en cuatro tramos.
La nave central se cubre con bóveda de cañón con lunetos, a lo largo de esta misma nave podemos ver una serie de pilastras adosadas al muro que son sobre las que descargan los arcos fajones. Estas pilastras tienen unos interesantes baquetones acanalados de tipo renacentista.
Sobre el crucero se coloca una bóveda semiesférica o cúpula apoyada sobre pechinas para pasar del espacio cuadrangular al circular. Ésta conserva todavía hoy, aunque en muy mal estado, restos de ornamentación de yeserías con motivos de rocalla.
La nave del Evangelio, es decir, la de la izquierda, se cubre con una cubierta plana, mientras que la nave de la Epístola se cubre con bóveda de arista.
La portada se halla a los pies y está cobijada en un arco de medio punto. Es adintelada y está flanqueada por pilastras toscanas que sostienen un frontón curvo y partido que da paso al segundo cuerpo, formado por una hornacina central donde se hallaba, hasta hace muy pocos años, un lienzo de San Francisco de Paula del Siglo XVIII, flanqueado por pilastras con remates de jarras. Hasta hoy, nadie parece saber el paradero de este lienzo.
La torre posee tres cuerpos estando el primero formado de vanos de medio punto enmarcados por pilastras toscanas; el segundo cuerpo lo constituyen el cuerpo de campanas; y, por último, el tercero lo forma un remate de cerámica y azulejos de montería del siglo XVIII.
La cronología del templo es muy amplia, siendo su origen entre finales del siglo XVI y principios del XVII, siendo reformado, como ya hemos explicado en numerosas ocasiones, tanto en el siglo XVIII como en el XIX. A la primera época corresponde la ordenación del interior del templo y el tipo de pilares. También de ésta, son los restos de arquerías enmarcadas por un alfiz y los baquetones nombrados. Al siglo XVIII corresponde la portada y la fachada, siendo las capillas de las cabeceras de las naves laterales el último añadido que recibe este lugar y que tiene lugar en el siglo XIX.
1. Nave de la Epístola. Comenzando el análisis por la derecha y por los pies del edificio, nos encontramos con la capilla de la Hermandad de la Vera Cruz, hermandad que fue fundada con anterioridad al año 1647, siendo por ello la más antigua de las existentes hoy en día en La Puebla.
Ocupa esta capilla los dos primeros tramos de la nave de la Epístola y en ella podemos encontrar las dos imágenes titulares de dicha hermandad: un Crucificado anónimo de finales del siglo XVI y principios del siglo XVII, que se cree presidía el altar mayor del convento; y una Dolorosa, igualmente anónima, de candelero, con mascarilla antigua, obra del siglo XVIII aunque muy repintada recientemente. Ambas imágenes fueron milagrosamente salvadas de las llamas que asolaron el convento durante la Guerra Civil española, aunque no pudieron evitar arder. Tras ésta, los titulares fueron restaurados por Enrique Orce entre los años 1940 y 1942.
El Cristo se halla situado en un retablo neoclásico, del siglo XIX, constituido por un banco, un cuerpo y un remate, siendo sus elementos sustentantes columnas neoclásicas, con guirnaldas de flores; la imagen de Cristo llevaba una corona de plata del siglo XIX, que hoy guarda la Hermandad.
De la misma época y estilo es el retablo dedicado a María Stma. Del Mayor Dolor en su Soledad. Está constituido por un banco, un cuerpo, ático y remate, con columnas neoclásicas, decoradas con guirnaldas de flores.
En la misma capilla se halla la obra que según muchos es la de más valor artístico de cuantas se poseen en La Puebla y es el estandarte de la Vera Cruz realizado en seda bordada en oro, con imagen de Cristo Crucificado, obra del siglo XVII.
También podemos ver aquí un gran lienzo del siglo XVIII, muy deteriorado debido al fuego durante la guerra que representa la Virgende la Aurora con un marco de centro y esquina.
El siguiente tramo está ocupado por tres retablos, dos de los cuales son dignos de mención. El dedicado a San Antonio, es un retablo-hornacina en madera sin dorar, con decoración a base de rocalla. La imagen de San Antonio está realizada en madera dorada, repolicromada modernamente, aunque es obra del siglo XVIII como todo el retablo.
El retablo de San Francisco es el segundo que merece estudio. Estuvo realizado en madera dorada y policromada constituido por banco, cuerpo y ático, con decoración de guirnaldas, frutas y rocallas, obra del siglo XVIII. Por motivos de gran deterioro y de polillas, este retablo fue restaurado prácticamente en su totalidad conservando únicamente del original la ornamentación. La imagen de San Francisco está realizada en madera estofada y policromada correspondiendo a la primera mitad del siglo XVIII. Curioso es que ni la cabeza ni las manos pertenecen a la talla originaria y son más modernas.
En la cabecera de la nave de la Epístola se encuentra la capilla de la Hermandad de Ntro. Padre Jesús Nazareno y María Santísima de las Lágrimas. La capilla es de mediados del siglo XIX y fue restaurada dos veces en el siglo XX. En ella se encuentran los santos titulares de la Hermandad, de la segunda mitad del siglo XX. María Santísima fue realizada por Francisco Buiza en el año 1969 y la imagen de Jesús Nazareno en el 1948 por José Ribera. La imagen de San Juan Bautista es de las mismas fechas.
2. El Presbiterio. Sufrió una remodelación hace pocos años que afectó a la estructura del templo aunque de forma muy leve. En él se sitúa el Retablo Mayor de cerca de 4 metros de altura y correspondiente a los talleres de Estepa, localidad de la que procede. Es de tipo hornacina en madera dorada y policromada. Lo constituyen un banco, cuerpo y ático con una sola calle. La decoración se realiza a base de estípites, de hojarasca y dos escudo en los laterales con la leyenda: “SUAREZ/SUAREZ”, “NEGRON/NEGRON”, escudos que pueden representar la firma de los autores de dicho retablo o la familia acomodada que sufragara los gastos de la obra y dejara constancia así de su aportación al templo. En el ático aparece un relieve de Santo Tomás de Aquino, siendo toda la obra del segundo tercio del siglo XVIII, excepto la imagen titular de la Divina Pastora, moderna y sin interés. Lleva un frontal de piedra que, actualmente, se encuentra pintado imitando la madera. Sobre el paramento izquierdo del presbiterio se encuentra un lienzo de Santa Lucía del siglo XIX, muy oscurecido por el paso del tiempo.
3. Nave del Evangelio. Comenzando por la capilla de la cabecera, hay que decir que ésta pertenece a la Hermandad del Santísimo Cristo de las Aguas y María Santísima de los Dolores desde mediados del siglo XIX.De esta capilla hay que señalar las dos puertas de madera tallada del siglo XVIII con temas vegetales que se conservan aquí reaprovechadas.También hay que hacer especial mención a una de las imágenes titulares de la Hermandad, la imagen de candelero de Nuestra Señora de los Dolores. Estudios recientes realizados por un vecino de La Puebla han demostrado que su autoría corresponde al escultor Montes de Oca, siendo ésta su primera obra documentada. Esta imagen fue restaurada por Arquillos en los últimos años.La imagen del Señor es obra de Castillo Lastrucci de principios de este siglo aunque tras su restauración por Ortega Bru, perdió gran parte del halo castillense.En la capilla también se guarda la Cruzde Guía, realizada en plata, que luce esta Hermandad en su recorrido procesional, realizado en el año 1992 por el taller de los Hermanos Delgado López.
4. Sacristía. Se encuentra en una dependencia a la izquierda del crucero. Decorando el ingreso a ésta, se halla un lienzo, bastante ennegrecido por el tiempo, que representa a San Juan Bautista. Dicho lienzo es obra del siglo XVIII. También se guarda aquí una cajonería de grandes proporciones en madera con taracea, decorada a base de hojarasca, con carátulas y tiara Papal en relieve. Los tiradores son de bronce. Por último, nos referimos al cáliz de pata dorada y repujada, con guirnaldas y temas eucarísticos y bíblicos fechados en 1849 y un crucifijo en madera del siglo XVIII.